La Mastaba invertida

Los primeros monumentos funerarios en el antiguo egipto se denominaban mastabas, y tenían unos muros ligeramente inclinados, con el objeto de conseguir una mayor resistencia al paso del tiempo. Estas tumbas se levantaban para gloria de los primeros monarcas y faraones egipcios, y fueron el origen de las primeras pirámides.

Y es que al poder siempre le ha gustado dejar su huella en forma de monumentos que intente glorificar la figura del mecenas. Templos, Teatros, Catedrales, Palacios, Rascacielos, etc. Y ahora, en esta democracia que nos ha tocado vivir, es el turno de macroproyectos que se levantan a costa del dinero público, que es de todos.

Y los políticos de Huelva no se quería quedar atrás. En los últimos años se ha hablado de Aeropuertos, AVEs, Rascacielos, Puentes, etc., de los que nada más se ha sabido (gracias a la crisis). El único proyecto que parece seguir activo es el de la futura estación del AVE, de la que conocimos distintos diseños hasta llegar al actual.

Lo cierto es que Huelva no necesita un AVE, cuya regularidad, en el mejor de los casos, sea de una vez al día y con alto coste por billete. Un solución real y factible para nuestra ciudad sería mejorar la línea entre Huelva y Sevilla, eliminando los pasos a nivel existentes (creo que son unos 6), para reducir el tiempo de viaje entre ambas ciudades, y conectar estos trenes con los AVEs que salen de Sevilla, así como con el Aeropuerto. Esta ha sido un idea defendida por la Mesa de la Ría en los últimos tiempos, para mejorar las comunicaciones de Huelva.

¿Y qué pasa con la nueva estación? Las obras están paradas, aunque las distintas adminitraciones, de distinto color, defiendan que el proyecto sigue hacia delante. Pero lo cierto es que ninguno de los dos partidos mayoritarios quiere que el contrario se apunte el tanto de la inauguración de la nueva estación. Como siempre, al final quienes perdemos somos los ciudadanos, que sufrimos las consecuencias del enfrentamiento entre ellos.

Pero para eso también hay una solución sencilla y económica, más en los tiempos que corren. En vez de construir una nueva estación se podría utilizar la antigua estación, tras algunas reformas que incluyan soterrar las líneas del tren a su entrada a la ciudad. Quizás no sea la expectacular solución para los políticos oportunistas, pero sería un proyecto que si entendería la ciudad.

Y es que la ciudadanía está muy cansada ya de los grandes y costosos monumentos como las mastabas, aunque ésta sea invertida.